-¡Oh, River! ¡Llego tarde al hotel!- grité mientras me ponía los zapatos y corría hacia al salón, para descubrir que allí no estaba él, sino la mujer que abrió la ventana el día anterior, cuando mi bolso quedó atrapado en el alféizar. Inmediatamente se levantó para presentarse.
-Buenos días, Cristina. River me ha contado esta mañana todo lo ocurrido en los días anteriores. Soy su madre.- tenía los ojos azules, como River. Y era guapa, muy guapa, aunque las arrugas de sus ojos revelaban que ya no era una jovencita.- Me llamo Norma, aunque mucha gente me llama Marilyn. Pero yo no tengo nada en común con la bellísima Monroe.- se rió, dejando ver unos dientes perfectos.
-Claro que no. Usted es más guapa.- sus ojos azules brillaron, y me miró como si fuera una locura lo que acababa de decir, para después empezar a reírse de nuevo.
En ese momento llegó River, y yo recordé lo tarde que era.
-¡River, tengo que irme ya! Me había citado con la directora y...
-Shhh... -dijo poniéndome su dedo índice sobre los labios.- Tengo una sorpresa para ti, pero tendrás que confiar en mí y acompañarme. Y no te preocupes, que ya he hablado con la directora, y la he convencido para que puedas pasar conmigo todos los días que te quedan en Nueva York.
No me lo podía creer. Casi dos semanas con River. Haciendo con él lo que quisiera. Rápidamente me lancé a sus brazos para darle un beso en los labios.
-Bueno, tenías una sorpresa para mí, ¿no?- le dije mientras le cogía la mano. Me sonrió y salimos del hotel riendo, no sin antes decirle un "adiós" atropellado a Norma.
Había una limusina aparcada delante del hotel. Abrí los ojos de par en par.
-River, ¿estoy viendo una limusina?- le dije aún sorprendida.
-La he alquilado para que nos lleve hacia tu sorpresa.- dijo mientras me abría la puerta para que entrara.
-¿Champagne?- me preguntó mientras sacaba una botella de la nevera.
-Esto tiene que ser un sueño- dije riendo mientras cogía una de las copas que me tendía.
-Digamos que es un sueño hecho realidad.- él también reía.
-¿Pero a dónde vamos?- le pregunté mientras bebía un poco de mi copa de champagne.
-Ya te lo he dicho. Es una sorpresa.
Le sonreí, y dejé mi copa encima de la nevera para acurrucarme junto a él. Poco a poco, fui cerrando los ojos hasta quedarme dormida.
-Ya hemos llegado.- me susurró al oído. Acto seguido, me tendió su mano para ayudarme a salir de la limusina.
Lo que había en frente de nosotros me dejó boquiabierta. Se trataba de un estudio de grabación profesional.
-Te lo prometí.-miré a River fijamente a los ojos, aún sorprendida.- ¿Qué te parece un dúo conmigo?
-Yo, yo, yo...-simplemente me lancé a sus brazos, para después besarle en los labios.
Cuando entramos al edificio, River le explicó a la secretaria que tenía concertado grabar una canción.
-¡River! ¡Qué sorpresa verte por aquí!- acababa de aparecer por la puerta de entrada un hombre trajeado.- A quien no veo es a James.
Me acordé de James. Gracias a él, conocí a River. Lo echo de menos.
-Hola, Jimmy.- se dieron la mano.- Pues esta vez no vengo con James, sino con una chica muy especial. Te presento a Cristina.
Me acerqué y le dediqué una sonrisa.
-Encantado, yo soy Jimmy, el propietario de todo lo que hay en este edificio.-dijo riendo.
-No me rompas el corazón.-me dijo River cuando entrábamos dentro de la sala de grabación.-le miré extrañada.- Don't go breaking my heart.
Enseguida le comprendí. Íbamos a cantar la famosa canción de Elton John y Kiki Dee.







